Ønske ID

Historia


El hombre sin rostro me preguntó,''¿Qué es lo que quieres?'', y necio, respondí que quería ''ser feliz''.

El hombre volvió a preguntarme, ''¿por qué quieres ser feliz?''

Entonces comencé a caminar, adentrándome en una gran oscuridad, alejándome del hombre, sin darle una respuesta.
Pensé que podría descubrirlo, si me mantenía caminando.
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-¿Ya estáis listos? - susurraba una apacible y tranquila voz masculina, joven -Si me prestas tus oídos, te contaré un secreto; un cuento, de hace mucho, mucho tiempo. Si eres lo suficientemente valiente como para escucharme, ¿quieres conocer el final de esta historia?

Todo comienza hace mucho, mucho tiempo, cuando un hombre sin rostro llegó a este, nuestro alegre circo.

Recibido por miles de alegres rostros, el viajero, quien había perdido la memoria, sólo era capaz de proclamar con total seguridad ser un viajero del tiempo; su extraña forma de hablar y su apariencia llamaron la atención de todos, quienes lo acogieron en el circo y le dieron un lugar donde dormir y una comida caliente cada mañana.

Los circenses se sentían intensamente atraídos por el extranjero, quien era capaz de contar emocionantes historias, entreteniendo a todos a su alrededor. Y aunque era apreciado, la gente comenzó a cuestionarse el por qué éste hombre ''no tenía un rostro''; ellos, quienes gozaban de grandes sonrisas, eran incapaces de identificar en él una pizca de aquello que llamaban ''felicidad''.

Pronto, el viento comenzó a arrastrar aquellos los murmullos de las malas lenguas, y propagando sucios rumores, los buenos circenses comenzaron a planear sobre cómo darle un rostro a su nuevo amigo.

Tras mucho pensar, decidieron que, quizás, el hombre necesitase un nombre. Así pues, se acercaron a él, en la silla donde siempre descansaba y contaba cuentos, y le preguntaron ''¿No quieres ser feliz?'', a lo que el viajero respondió ''Así lo deseé''.

El viajero les contó sobre cómo llegó a aquél lugar tras hacerle un deseo a una estrella fugaz, la cual le guió hasta aquellas tierras para hacerle encontrar la felicidad que tanto ansiaba.

Con el tiempo, los circenses comenzaron a llamarlo Ønske, que significa ''Desear'', en honor a aquello que él ansiaba; cumplir sus deseos de hallar la felicidad y poseer así un rostro como ellos.

A pesar de que el viajero ahora portaba un nombre, nadie fue capaz de ver en él ahora un rostro; el joven, cuya piel era tan blanca como su cabello, parecía desvanecerse.

Los circenses comenzaron a preocuparse, hablando a sus espaldas. ¿Por qué no sonríe? ¿Por qué no es feliz? Él no es normal. Está roto.

Así, se decidió que se debía arreglar al hombre que decía ser capaz de viajar en el tiempo; era por su bien, con el fin de que él pudiese cumplir sus deseos.

Se llegó a la conclusión, pues, de que el hombre no poseía un corazón. Si un corazón donde albergar emociones, la felicidad no podría florecer, y sin felicidad, el hombre jamás sería capaz de portar un rostro.

Con hierro candente en mano y forzudos sujetando al hombre para evitar que éste escapase, grabaron a fuego en su pecho la marca de su nuevo corazón, cosiéndola con hilo para poder atarlo a él y que así pudiera albergar toda la felicidad.

El hombre, sin embargo, estaba lejos de tener un rostro; huía de los demás, y volviéndose un chico temeroso, con miedo a todo y todos los que le rodeaban.

El circo, nuevamente, decidió actuar; no era normal. Era un bicho raro, y por lo tanto, decidieron exhibirlo ante los demás, para mostrar al mundo su fealdad. El hombre sin rostro se convirtió, así, en ''algo'' que exhibir.

El hombre veía cosas que los demás no veían; veía el gran mal que se hallaba escondido en aquél circo.

Sus párpados fueron cosidos para que nunca más pudiera ver.

Es algo triste, ¿verdad? A pesar de todos los esfuerzos de nuestros queridos circenses, éste hombre nunca sería capaz de obtener un rostro... No, éste no es ningún hombre, pues los hombres son capaces de mostrar sus propios rostros.

Él era una marioneta sin vida.

Utilizado por todos, el hombre era incapaz de viajar en el tiempo; ''estoy roto'', pensaba. Ahora que el hombre no podía ver su reloj, pensó, no era capaz de viajar y huir lejos de aquella locura.

Un día, el hombre, en la desesperación de querer poder huir de aquella tortura diaria, sonrió.

Los circenses pensaron que sus esfuerzos comenzaron a dar resultado, y liberando sus párpados de la costura, cosieron los labios del hombre sobre su sonrisa, para así poder coserle su nuevo 'rostro'.

Y así...

...

Creo que se ha hecho tarde.¿Quizás deberíamos dejar esto para otro día? Es mejor que descanses...¿Qué? ¿Si tiene un final feliz?


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...Claro que sí. Y todos vivieron felices para siempre. Te gustan los finales felices, ¿no es así? ¡Pero ya son las doce! Deberías estar ya durmiendo... Mañana debemos volver a actuar.


No te preocupes.