Historia

Algo, una vez, deseó existir.
Y lo deseó; lo deseó con tanta fuerza, el sentir, el tocar, el crear, el ver y el escuchar...Deseó ser y crecer, deseó dudar, deseó odiar y amar, odiar al mundo en el que fuera creado, amar la naturaleza que lo rodease, amar la frialdad del ser, odiar la calidez, repeler el mal, abrazar la ansiedad como un mal contra el que luchar...
Así, este Algo pudo ser creado. Al principio, no podía ver, ni sentir nada, sino el sentimiento de ser formado.
Era extraño, pensaba, cómo de no ser nada, de no existir, pasaba a sentir. Pero, ¿qué sentía? Algo extraño, algo oscuro, algo desagradable. Pero nuestro Algo no sabía sobre las emociones, por lo que decidió llamarlo ''vacío''.
Así, Algo, creó el Vacío, donde no había ni oscuridad ni luz, ni aire ni asfixia, ni frío ni calor; un lugar, tal y como su nombre indica, vacío, desprovisto de toda vividez. Algo, sin embargo, no se rindió, y continuó deseando; deseó sentir, algo que hiciese su inexperto ser confirmar su existencia... Sintió, entonces, un peso. Un peso que palpitaba a un ritmo tranquilo, emitiendo con cada pulsación miles de ríos que fluían por Algo. Y Algo escuchó aquellos latidos, y pudo sentir calma al saber que en él se hallaba un corazón donde albergar todas aquellas, sus emociones, a buen recaudo.
Pronto, Algo quiso nombrar aquello que no veía, y lo llamó Oscuridad; y con la oscuridad, vino el deseo de indagar, la curiosidad de ver lo que había creado, y como pequeñas velas, candelabros que colgaban de aquella Nada, surgieron claras, pequeñas, lejanas luces. Así se crearon las estrellas, con las que Algo descubriría su propia forma; Y Algo vio.
Vio sus entrañas, sus ilimitadas formas, su seno, su palpitante corazón y la esencia de 'ser' que éste repartía por doquier, y fue entonces cuando Algo sintió soledad, al no tener con quién compartir toda la belleza de su existencia.
Fue por eso que en las profundidades de su palpitante corazón, Algo encerró todo lo hermoso de su Nada, y lo llamó ''Mundo''. Creó caminos para los perdidos con todas las más bellas y relucientes estrellas, y creó varios hogares para que sus habitantes pudieran admirar toda su creación.
Sin embargo, su creación, tan bella, tan perfecta, tan sutil y tan pura, era frágil, y dio a luz un mundo tan redondo como imperfecto; sus habitantes eran criaturas que se alimentaban de la curiosidad de Algo, de su vitalidad y fuerza, y como parásitos, lentamente, crecieron en el interior de Algo, inundando ''Espacio'', hasta que nunca más pudo hacerse llamar como tal. Estas criaturas, llamadas ''Humanos'', corrompieron el puro y frágil corazón que les había dado la vida, y la 'realidad' se distorsionó.
Algo, finalmente, se descompuso, incapaz de soportar el avance de semejantes criaturas, que dañinas como numerosas, se hicieron con todo a su paso; arrasaron su mente, destrozaron sus soportes, derrumbaron su ánimo, y Algo, deseó, por una vez, no sentir el dolor.
Su deseo creció, y Algo, finalmente, cerró los ojos, apartando la vista de aquello que todas sus hermosas estrellas le permitían ver; se tumbó donde el color no pudo llegar, y cayendo en un profundo sueño, abandonó a su hermosa creación, incapaz de soportar el dolor de verla ser destruída de semejante forma.
Y entonces, soñó.
Y cada gota que soñó, cada sueño, cada ápice de su ser, se unió, y así, se formaron Los Mundos.